dilluns, de desembre 05, 2011

RIP Sócrates


Ahir quatre de desembre de dos mil onze ens llevàvem amb la tràgica notícia de la mort de Sócrates, un dels millors jugadors de la història del futbol.

Servidor, nascut l'any vuitanta, és massa jove per recordar el seu mundial del vuitanta-dos, el del vuitanta-sis, tot i haver-lo vist, els records són més provocats pels visionats ulteriors que també m'han permès descobrir aquell Brasil que féu meravelles al mundial espanyol.

Amb els ensenyaments de mon pare i mon germà vaig descobrir que aquell jugador amb nom de filòsof era un artista a la gespa com molt poques vegades es poden veure i gaudir.

Aprofito avui per recuperar un text que el periodista Quique Peinado publicava fa poc a la revista Mediapunta com a elogi de l'excels migcampista que acabava de superar una hemorràgia digestiva.

No te mueras nunca, Sócrates

Le llamaban El Doctor, por su elegancia en el campo y porque cursó la carrera de Medicina. Leía filosofía y creía que a la democracia se podía llegar también desde el vestuario.

Habrá quien piense que a Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira no lo vimos jugar, sino que lo soñamos. Es posible. Imaginen a un tipo que era jugador per defendía su derecho a fumar y beber sin tener que esconderse, daba patadas al balón para luchar por la democracia, leía filosofía y estudiaba medicina, componía canciones y tiraba penaltis de tacón. Enseñaba al mundo que el mejor equipo no es el que gana: es el que no se olvida.

Los grandes jugadores se construyen en la estadística y la telegenia, en los títulos y las imágenes bellas. Los mitos se construyen en el corazón de los hinchas. Y yo, cuando veo una imagen de Sócrates vestido con la camiseta de Brasil o la del Corinthians, revivo lo que ningún otro jugador me ha hecho sentir jamás, igual que cuando reviso al Brasil del Mundial de España de 1982: Sócrates no jugaba al fútbol. Era el fútbol.

El 5 de septiembre nos desayunamos con la noticia de que Sócrates estaba ingresado en cuidados intensivos por una grave hemorragia en el sistema digestivo. A sus 57 años, su cuerpo le hacía pagar sus excesos, aunque ya hacía tiempo que bebía cerveza sin alcohol atendiendo a su propio consejo de médico. Llegó a estar en cuidados intensivos. Por suerte se recuperó, como si le hubiera parecido poco poético morirse así, y al poco tiempo ya estaba tuiteando al mundo que se encontraba bien. En la red social sigue mostrándose como lo que es; un tipo a contracorriente. Recomienda canciones de ska, difunde mensajes muy a la izquierda de Lula y recoge el cariño que le profesa medio mundo. En cierta coasión se mostró estusiasmado por la cantidad de mensajes de españoles que recibía. Aquellas tardes de Sarrià en 1982 marcaron algunas mentes futboleras en la piel de toro.

Pero Sócrates es un icono global en lo futbolístico y lo artístico. Un ejemplo es el de Múm, un grupo de música experimental islandés. Unos tipos raros. Uno de sus dos miembros fundadores, Örvar Ƥóreyjarson, en un poeta y músico de 34 años que siempre sintió que Sócrates era su hombre en el césped, la representación de la poesía en pantalón corto. En 2009 cumplió el sueño de hacerle una entrevista. Juntos repasan su carrera y cada frase del ex futbolista es un pequeño tratado de filosofía aplicada al juego que llavó a otro nivel.

El fútbol se da el lujo de permitir ganar al peor. Nada más marxista o gramsciano que el fútbol.

En el Mundial de 1982, nadie jugó al fútbol como Brasil. Quizá, ningún otro equipo de la historia lo hizo, aunque sea una selección desterrada del Olimpo oficial por haber caído en la liguilla de cuartos de final contra el futuro campeón. Italia era peor que Brasil. Aunque ganase el Mundial. Y Sócraes lo sabía. Así, aplica a una derroto dolorosa la poética de la justicia marxista. Y de paso cita a Gramsci, padre del comunismo italiano. Que duele más.

Los futbolistas somos artistas, y los artistas son los únicos trabajadores que tienen más poder que sus jefes.

En 1982, el Corinthians estrenaba presidente: Waldemar Pires, que puso al mando de las decisiones deportivas a Adilson Monteiro Alves, un tipo de mentalidad abierta que abogaba por darle poder a los jugadores. Así, idearon un sistema de funcionamiento en el que todos los empleados del club, desde el mejor jugador al último utillero, tenían un voto que valía igual en las asambleas en las que se tomaba cada decisión del club. Sócrates era la cabeza pensante en el vestuario. Juntos decidían las contrataciones, los hábitos del equipo y hasta las horas del entrenamiento. El experimento funcionó: el equipo fue campeón paulista en 1982 y 1983.

Además, el apoyo del publicista Washington Olivetto hizo que el equipo se posicionara políticament de una manera muy original: en algunos partidos, llavaban impreso en la camiseta un mensaje político, a favor de la instauración de la democracia en un país que vivía bajo el yugo de una dictadura militar desde 1964. El lema de la Democracia Corinthiniana era “ganar o perder, pero siempre con democracia”.

Sócrates solía llevar una cinta para el pelo en la que escribía lemas reivindicativos contra la violencia, el Apartheid sudafricano o pidiendo comida para Etiopía.

En Brasil, los bebés con pañales ya quieren irse a jugar a Europa.

Sócrates jugó en la Fiorentina una temporada, pero nunca se adaptó a un fútbol que propugnaba la preparación física y la disciplina y señalaba el al hedonismo y la disidencia. Su carrera desmitifica el triunfo, el éxito y el dinero. El brasileño renegó de cualquier orfen que contradijera su conciencia. En el Mundial de 1986, el famoso gol que no le dieron a Míchel contra Brasil fue contrarrestado por uno de Sócrates que dio el triunfo a la canarinha. El mediocampista venció por su equipo, pero en la sala de prensa se negó a dejar tirado a un conjunto, en este caso el rival, que se sentía de verdad atracado. “Este Mundial está hecho para que nosotros y México lleguemos muy lejos”, reconoció, dando a entender que los colegiados iban a favorecer a su selección.

La historia quizá nunca haga justicfia a ese barbudo de metro noventa y un 38 de pie que la tocaba de tacón porque la puntera le parecía grosera. Su palmarés no es el de uno de los más grandes de todos los tiempos. Pero su huella, las sensaciones que provocó y lo que significa en la historia social del fútbol hacen de él una leyenda y un ídolo de otra pasta. Para muchos, para mí, es el mejor. No te mueras nunca, Sócrates.


Descansi en pau, Sócrates. Fes gaudir allà on ara siguis amb el teu futbol com ho feres aquí i duu la democràcia allà on encara no ha arribat.


P.S.: En el mateix article apareixia el següent requadre: Mundial de 2014: Otro Maracanazo. Preguntaron a Sócrates sobre el Mundial de fútbol que en 2014 volverá a jugarse en su Brasil. El país vive a contracorriente de la profundísima crisis europea y norteamericana, en una especie de nurbuja que eleva la autoestima de sus compatriotas. Aunque aún resdta tres años para que empiece a jugarse y todavía la canarinha anda buscando su magia perdida, muchos confían en que esa Copa se quede en casa. Sócrates no. dijo en una entrevista con el portal Gazeta Esportiva: “El Mundial será una vergüenza en términos organizativos y la final será Argentina 2-Brasil 0, con dos goles de Lionel Messi. Escribiré un libro sobre eso”.