dimecres, de febrer 27, 2008

¿bipartidismo? no, gracias

No vimos ninguna propuesta; ¿ya nadie quiere jugar la baza del "puedo prometer y prometo"? ¿Qué pensarían en las a´goras de estas visiones políticas en las que sólo importa conseguir el objetivo del poder sin ofrecer ningún argumento para merecerlo?

El bipartidismo nos conduce al abismo, y de éste es casi imposible regresar -que se lo pregunten a los libdem británicos, si alguien tinen alguna duda-. ¿Alguien se ha dado cuenta que los presidencialismos no son positivos? Hay muchas cosas que criticar a nuestra vecina República Francesa -hay otras que envidiar-, y una es su sitema presidencialista -¿alguien recuerda los estragos que causó el voto de castigo a Jospin?-. Y si miramos hacia el otro lado del charco, ahí tenéis las consecuencias del bipartidismo: entre lo malo y lo peor mientras el pato cojo trata de retirarse dejando algo más que un un legado deleznable. El mal, muy mal, llamado "voto útil" sólo sirve para hundir el sistema. La tercera fuerza política estatal está prácticamente desaparecida. Sabemos que es tradicional que la izquierda se presente siempre atomizada frente a una derecha sólida, y rocosa; pero quizá sería el momento de aprovechar que nuevas versiones del centroderecha, y nás allá, puedan robarle espacio a los herederos de AP. Si hay algo que alabar a la política catalana -ahora que parece que aquello del oasi català ya naufragó- es la presencia de seis paritdos en su Palament. Es una necesidad imperiosa la presencia de cuantas más fuerzas políticas mejor en la Cámara Baja. Representan las diferentes sensibilidades, no sólo de la perifería, sino ideológicas que pueden permitirnos algún día llegar al sueño del federalismo -el primer paso para imaginarnos deshacernos del lastre de la monarquía-. Sobre este punto, sólo añadir que el partido que mantiene el nombre que ofendería a Pablo iglesias no puede estar, desde sus posturas más totémicas, a favor; cuando sigue defendiendo la refundación de sus federaciones que Guerra hizo en el ochenta y dos. Por eso, y por las posturas fascistoides de muchos, los nacionalismos, independentistas o no, surgen en las naciones dentro del estado; sustentadas por los inmigrantes, nacionales, de primera y segunda generación bajo la reflexión de "si no nos quieren, si tanto nos odian o les ofendemos; que nos dejen marchar".

Debemos acabar con el feudalismo que sigue rigiendo nuestra vida política y acabar con el falso partidismo que tenemos, heredado de las épocas de la Restauración, con la tiranía de Cánovas y Sagasta; cuyos principios eran: propiedad privada, autoridad institucional y estabilidad y orden social. Es decir, la defensa de la propiedad privada y el impedir el acceso de la clase obrera al poder.

REFLEXIONEMOS...