dissabte, de setembre 09, 2006

era un inici però no vai' poder continuar...

Miho tiene escasamente ocho años; una niña que vive del campo. Pasea con el vestido blanco empapado bajo la terrible lluvia que cae en una noche aciaga. Las gaitas hace un rato indeterminado que dejaron de sonar; ahora sólo se oyen los aullidos lamentos del viento del infierno sobre la campiña. Ella camina entre el barro que empieza a cubrir la yerba desaparecida; arrastra con su mano derecha una espada que ha recogido al azar de uno de los incontables cadáveres. La sangre riega la tierra, y el fango prepara las camas eternas para los despojos. Un rayo cae sobre la cima de la colina del fondo; ilumina a un sacerdote arrodillado. Su libro sagrado también está manchado de sangre. Nadie podrá considerarse vencedor cuando prácticamente no quedan hombres suficientes en ninguno de los dos bandos para poder contar los cadáveres. Una extensión de cuerpos muertos y mutilados sobre la tierra, escondiendo malheridos a los que nadie podrá atender y que morirán bajo el dolor de saberse abandonados poco a poco por la vida. Las gotas de lluvia quizá les cierren los ojos. Las hogueras de los campamentos están extintas; como vacíos se quedarán los vientres de las madres. Algún anciano, demasiado envejecido como para participar de la matanza, recibirá el peso moral de escribir la canción para recuerdo de los niños que perdieron a sus padres en la batalla. Miho no lo entiende. ¿Quién ha decidido construir este cementerio al aire libre? Quizá podría reconocer alguno de los rostros abatidos; pero la mayoría no mantienen la semejanza con sus cuerpos vivos. Cadáveres y sus despojos sobre la nocturna campiña. La inocencia ha perdido su cuello en la colapsada hoja de la guadaña. La noche ha caído sobre las tierras al igual que la eternidad sobre los cuerpos yacidos; sin brillo y con temor. La lluvia trata de tapar las vergüenzas abandonadas en el campo de batalla. Los descalzos pies de Miho sienten, en algunos momentos, un extraño calor, posiblemente producto de alguna respiración todavía no finalizada. Las aves de la carroña no rezarán ninguna oración de despedida antes de aparecer en los aledaños de la masacre; llegan en silencio y esperan la tranquilidad de los muertos para oficiar su macabro festín.

cançó del dia: Culloden's Harvest -traditional scot song arrenged by Deanta-

3 comentaris:

diablessamariken ha dit...

és guapo però no m'estranya que no l'hagis pogut continuar, podria ser més desastrós?...

Ptons DIVA DEL INFIERNO! (passa pel blog)

Natxo ha dit...

desastròs?
potser; però segur que és verídic i fins it tot no excessivament realista...

sí, era molt dur continuar-lo...

Natxo ha dit...

així, realment et va agradar, Diablessa? fins i tot em sobta...